El
laberinto de Babel nace
de la voluntad de hacer público un modo de lectura; de dar a
conocer, esencialmente, libros -y quizá también películas- que han
despertado en mí una reflexión que querría compartir. Dar a luz a
estas reseñas o interpretaciones, es una tarea con la que confío
motivar un cierto tipo de cultura, una lectura exigente frente al
gran mercado. Pero, olvidando los formalismos, lo que pretendo es que
las lecturas, entendidas como una actividad, produzcan un valor. No
se debe cerrar el libro tras haberlo leído, depués de haberlo
saboreado y sentido en tu propia piel; sino que los lectores debemos
encontrarnos y crear con nuestra crítica, nuestras impresiones y
pensamientos, algo que vaya más allá de la obra.
Soy
estudiante del grado de Estudis Literaris en la Universidad de
Barcelona. Al tratarse de unos estudios generales y teóricos, el
trabajo con los textos, a veces resulta esencial (quiero decir, que
tan sólo podemos detenernos en las ideas que estructuran la obra, en
el proyecto literario que planteaban las obras con respecto a su
historia y a la tradición artística); y por ello, a mí me resulta
fundamental atacar el texto, de una manera corpórea, tratando las
palabras, para luego poder alcanzar su pensamiento. La literatura del
siglo XIX y XX es mi perdición, en concreto la francesa, la rusa y últimamente la japonesa -aunque ¡cómo olvidar a Faulkner, Joyce, Woolf o Kafka!-:
advierto que, por muy general que se pretendan los estudios y mis
lecturas, siempre hay un canon -de los llamados clásicos-, esta vez
establecido desde la pasión.
Por ello, a su vez, me disculpo, soy una lectora selectiva frente las novedades que inundan las librerías! Pero, cómo no leer a Paul Auster, Ian McEwan, Amélie Nothomb, Milan Kundera, Enrique Vila-Matas y sobretodo, Haruki Murakami, el escritor que ha alimentado mi obsesión lectora.
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